Nuestras canciones

jueves, 1 de octubre de 2009

Unas palabras de esperanza

Era un viernes día 11 de julio del 2008 cuando mi hijo llegó de hacer pesca submarina, vino por la noche cansado pero contento, se tenía que levantar a las 05.30h para ir a pescar como otras tantas veces. Quedamos que llamaría cuando llegara al puerto de Andratx. El sábado 12, estaba hablando por teléfono con mi amiga María cuando sonó el fijo, al acabar miré las llamadas, era un número desconocido. Llamé. Me contestaron “buenos días aquí puerto de Andratx”. En esos momentos por mi cabeza pasaron muchas cosas. En esos momentos yo ya me imaginaba lo peor. Me preguntaron quien era yo, me preguntaron si tenía un hijo que se llamaba Mateu Roser Covas. Solo pude preguntar si mi hijo estaba muerto.
En ese momento no me lo podía creer, aunque desde que oír decir que llamaban de Andratx ya lo sabía. Cuando llegó Paco me oyó gritar y llorar, le dije “Mateu está muerto”, “¿qué Mateu?” me respondió, “el niño”. Fue entonces cuando se derrumbó, no puede ser, nos abrazamos los dos llorando. Fueron horas muy difíciles, fue un fin de semana muy duro, supongo que todas las madres que han pasado por lo mismo me entenderán. La casa se llenó de gente todo el fin de semana, me demostraron que nos querían mucho, pero más a mi hijo. En el tanatorio pasó lo mismo, y lo mismo también en el funeral. Nos dieron a entender que apreciaban a nuestro hijo, y esto para unos padres es un orgullo.
Así como iban pasando los días era muy duro de llevar por que se espera a que llegue una llamada de él, o verle aparecer por la puerta. Tienes muchas dudas y preguntas sin respuesta. Nos aconsejaron ir a una psicóloga, y nos pusimos en contacto con el Servicio de Acompañamiento al Duelo. Para mí fue más difícil adaptarme a esta nueva vida, Paco lo iba superando mejor, quizás por tener que seguir trabajando, yo en cambio cuanto más pasaban los meses me iba derrumbando tenía la sensación de que él no me necesitaba, y podía seguir su rutina sin mí. Esto me hizo pensar que ya no hacía falta en esta vida y llegó por mi cabeza el pensamiento más difícil que una persona pueda tener. Se lo comenté a mi psicóloga y me preguntó por qué me quería ir de este mundo, le contesté, porque aquí ya nadie me necesita. Todos podían andar solos, la familia estaba bien, y los amigos seguían aquí pero en la intimidad estaba sola y sufriendo era yo y quizás por esto quería irme a vivir con mi hijo.
Hay cosas que uno no sabe cómo explicarlas y preguntas que no tienen las respuestas que a una le gustaría oír, solo buscas culpables donde no los hay y por ese motivo te culpas a ti misma. Pero esto no es así no se cual es la verdad de por qué pasan estas cosas pero creo que tengo que creer que todos tenemos un destino y me he quedado con esto. Lo que nos hace seguir y poder pasar los días es pensar que Mateu no sufrió y que murió en el sitio donde el más disfrutaba que era el mar, rodeado de sus peces.
Dentro de esta desgracia lo positivo que he podido sacar en este primer año es que he podido hacer cosas que antes no me las hubiera planteado, como sacar el carnet de conducir (bueno esto fue un fracaso, porque realmente no lo hacía por mí) pero sí que he hecho cosa que me han llenado, como por ejemplo valorarme más como persona, meterme en la asociación de vecinos y compartir cosas nuevas, subirme a la moto que se ha comprado mi marido después de 29 años sin hacerlo, también he ido a un parque temático con amigos y me lo pasé en grande,… Para muchos todas estas cosas son tonterías, pero para mí es un paso más hacia delante.
Con mi marido las cosas entre nosotros han cambiado, ahora nos respetamos mas y somos más independientes, y esto nos ha hecho tener más confianza el uno en el otro. Yo he aprendido a volar sola y no estar encerrada en casa y esperar que él llegara para salir a pasear. Ahora soy otra mujer me siento más activa, más segura y esto me da fuerzas para seguir hacia delante. Creo que toda esta fuerza y energía me la está transmitiendo mi hijo desde donde esté y sé que se siente orgulloso de sus padres, especialmente de ver a su madre como puede seguir viviendo sin estar él a su lado.
Con estas cosas que cuento quiero dar a entender a muchas madres que están pasando por una situación como la mía, que la vida tiene que seguir y que nos tenemos que agarrar a un clavo ardiendo para seguir luchando. Tenemos que pensar que nuestros hijos nos están dando todas sus fuerzas y que desde donde estén se sienten muy orgullosos de sus padres y, en especial de sus madres, porque ya hay un refrán que dice “Madre solo hay una”.
Habrá días que estaremos más animadas pero también nos encontraremos con recuerdos que nos harán llorar mucho. Me gustaría que estas letras sirvieran para algo bonito, para mí ha sido una experiencia muy grata escribirlas, es una manera de expresar los sentimientos que tenemos guardados.

CECILIA: una madre que ha perdido lo más valiosos que tenía en esta vida, su único hijo MATEU.